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      ZETA ELE 4, FUE LLAMADO EL PLANETA

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  Dominaré las aleaciones. Rasguñaré la costra de los planetas habitados y hundiré las yemas encendidas en el plástico de sus segundas profundidades. Marcaré sus huellas digitales en mis dedos. Haré de su venida el aire evaporándose de otoño, el pico de una garza mordisqueando, un garfio asiéndose en una tabla añeja de iodo.

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  Sábana habitada de espasmos es este tiempo. Se mueven los planetas atados con un hilo. Se rompen las vinculaciones y las arterias nadan en los espacios. Somos navegantes y llevamos con nosotros brújulas y escalpelos, sensores digitales encontrados en la explosión de los primeros tiempos, polvo en los hombros, arrugas en las manos, cabello alborotado flotando incandescente. Constancia dejo sobre el rictus que deforma mi boca.

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  Los pergaminos serán lacrados y abajo se leerá la firma para los libros de récords. Por los tiempos serán simple calor hasta que ocupen espacio para los ojos mágicos de los telescopios. Cabe advertir que la roca ígnea es caprichosa.

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  ¡Ah!, los tiempos de las cavilaciones, el surco en el espacio natátil. ¡Ah!, los rostros empotrados... me recuerdan los que quedan en el planeta que habito, planeta Tierra de los mismos orígenes. El nuevo planeta recibe un nombre extraído del abecedario y se le adjunta un número para darle sabor de heredad abonada.

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  Sembraré árboles frutales y veré como las ramas cargadas se arrastran sobre el suelo. Veré en mis manos una regadera con sus múltiples emanaciones mojando las raíces y haciéndose tallo. Constancia quiero para mi lengua de la sabia amarga que circula. Asumo la responsabilidad del fundador.

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  Asumo la emisión de las constancias. Asumo la responsabilidad de las frutas que caigan y dejen ácidos los prados. Asumo la hierba chamuscada y asumo los ríos que crucen allá lejos y asumo las vertientes y asumo las sombras y el lado oscuro que deja la estrella que alumbra un solo lado de este nuevo planeta. Me confiero el poder de trazar itinerarios a las aguas y de dar el tono al verde de los campos extendidos y me proclamo dictador de las luciérnagas. Mis facultades alcanzarán hasta ordenar los cabellos. Mis facultades serán las de abrazar los jeroglíficos tatuados en las piedras. Mis facultades llegarán hasta beber leche de los pezones volcánicos. Mis facultades serán las de mirar el ocaso en el abrupto filo de las terminaciones. Constancia dejo de mis facultades.

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  Pido para mí la separación de las arenas y la identificación de los minerales. Pido para mí la facultad de con mis manos apretar las colmenas. Pido para mí la visión del crecimiento y el cumplimiento de los ciclos. Pido para mis encías, pido para mis papilas reagrupadas, pido para mis ojos trasegados, pido para mi olfato el olor a sudor y el tacto me pide que le pida el roce del humus y mi garganta desollada quiere líquidos y gases; creo que quiere humedad de la que sale de la lengua en formación. Constancia dejo para abrir la historia y las alucinaciones engrapadas fueron para que los vientos no las esparzan. Constancia dejo que no quiero que se siembren y salgan de ellas hojas con mi heredad y mi barba.

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  Quiero que crezcan los pequeños poblados con tamarindos en las tejas. Quiero que los goterones que caigan en los patios en lluvia no horaden ni manchen ni rasguñen. Quiero que las risas estallen y los alcaravanes entonen al caer de las tardes explosiones suaves de cuerpos tendidos y las lágrimas suban y dejen los cristales sin dedos marcados. Quiero que sean las calles tan quietas y las ventanas estén siempre abiertas. Quiero los corredores sin paredes para que las miradas se encuentren. Quiero las lozas de los patios y las ramas rosadas sobre las esquinas y los pájaros picoteando almendrones, todos los quiero con sabor alegre. La responsabilidad asumo de las risas y los dientes.

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  Quiero que todos giren, quiero que se mareen y vomiten las espermas primeras y vuelva la germinación y se toquen los vellos en los pubis dispuestos. Quiero que los vellos atenacen los dedos y las coyunturas se mojen y los cartílagos se tornen memoria de aquellos escarceos. En el nuevo planeta las paredes rosadas de los grandes entierros. En el nuevo planeta las paredes mojadas de los sexos despiertos. En el nuevo planeta bebiendo acostados los verdes envases y la leche fresca.

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  En el nuevo planeta desnudo está el cuerpo. En el nuevo planeta el cuerpo se tiende. En el cuerpo desnudo germina el polen y los pétalos son de la atmósfera. En el nuevo planeta los senos alumbran y queman los labios de quien se acerca. Constancia dejo con azufre y ron, constancia dejo con olor a quema, constancia dejo incinerando hierbas, constancia queda en el humo de mi carne yerta, constancia oculto metiendo mi rostro entre las luciérnagas.

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  Constar quiero hacer el nuevo tinte que el cansancio consta en mis retinas. Constar quiero hacer que mis labios tienen una constancia nueva. Constar pretendo sobre el sudor que mis manos llevan. Constar quiero que mis cabellos no se peinan. Constar que he olvidado los relojes debajo de una regadera. Constar que el trabajo me ha dejado huellas. Constar una tristeza y que los párpados se me cierran.

autógrafo

Teódulo López Meléndez


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Incluido en Los folios del engaño. Editorial Monte Ávila, 1979.