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    METRO: ZONA VIVA

Esos ojos miran, nos miran,
comen lo humano al vagón,
rebotan en las barras
salidos de sus cuencas,
mastican en las muñecas
relojes sin hora,
degluten en los sobacos
bocados de intimidad.
Esos ojos se tragan
los trenes enteros,
para después vomitar, poco a poco,
cada una de sus piezas,
sus artilugios de alarma,
los silbatos y las puertas,
los extintores tan rojos.
Pero retienen los ojos,
sin embargo,
siempre esos ojos ajenos,
inyectándose en las venas
lo que de dentro les sorben,
cualquier esquivo soslayo,
cualquier limo de altivez,
cualquier escorzo con cejas
que les sirva de progreso en su deseo
de elevar lo subterráneo
a cielo abierto  espiritual.
Por eso los ojos, tus ojos,
no se cansan ningún día
de enhebrarse a pie de metro,
en cada túnel,
rechazando, con la aguja puntiaguda de su luz,
la soledad.


Norberto García Hernanz


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