LA BOLA
Al girar la cabeza,
la vio repentinamente.
Su colorido irresistible.
Su movimiento espontáneo,
inesperado, imprevisible,
a un lado, a otro,
le hacía todavía más atractiva.
¿cómo es posible?,
pero ¡¡si está sola!!
¡¡es mía!!
Corrió hacia ella
desesperadamente,
como si fuera a perderla para siempre.
Corrió tanto que al agacharse
para tenerla entre sus manos
la punta del pie fue más rápida
poniéndola aún más lejos de su alcance.
La bola no volvería otra vez
a sus alrededores.
Jorge del Rosario