anterior    aleatorio / random   autor / author   inicio / home   siguiente / next

  ESTE TRÁNSITO QUE NUNCA CESA...

            I

Mátame, oh Dios, penetra con tu ira
en mi costado, hiérelo a tu antojo,
que cumplida mi vida soy despojo,
pútrida carne que por ti suspira.

En este yugo donde el alma mira
la cruz que se escarea, sin enojo
tiembla la mano, gime el labio, el ojo
sufre la lágrima, la voz delira.

Si yo, Amor, desorientado y sin rumbo
me adentro en el abismo sin memoria,
es por Ti, que me llevas a la calma,

que por ti hube de ser, que en ti sucumbo
para sufrir la pena en tu gloria
de no haber disfrutado de mi alma.

            II

Morir, Señor, será volver a ti,
sentir que el ascua de mi carga hendida
ha de tornar, que en asolada herida,
la humanidad se hará ceniza en mí.

No habrá, Señor, ungüentos ni benjuí
que truequen tu designio; a suelta brida
mi cuerpo se hará cierzo de una vida
que, al cabo y al fin, nunca te pedí.

Por ti, Zarza, fui llama y mi calor
génesis de otras de cariño tierno.
Llegará el día que el rescoldo apague.

Tuyo ha de ser el dedo que me llague,
morir será vivir siempre en ti, Amor,
nuestra unión en ansiado abrazo eterno.

            III

Al Cristo de Velázquez.

¡Ay!, hermano, qué sangre descarnada
se agita en tu mejilla, qué cabello
en cascada en tu rostro, qué destello
de oscura muerte anida en tu mirada.

En ese claroscuro está enclaustrada
tras el vidrio y el nácar. En tu cuello
hay misterios de nardo y rubor, y ello
es amor, y dolor... alma afrentada.

Qué serena armonía dolorosa
en tus carnes. Ocultas melodías
hablan de un sentimiento muy profundo.

Es la luz que ilumina, temblorosa,
al alma, que la llama, que la guía
por el oscuro tránsito del mundo.

Francisco Lobo Ríos


subir   poema aleatorio   Francisco Lobo Ríos   siguiente / next   anterior / previous
Cristo de Velázquez El Cristo de Velázquez