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          COSAS VITANDAS

  De una mujer zalamera
Que su amor quiera probar
Diciéndome sin cesar
«Consuelo mío, mi prenda»
    Dios me libre y me defienda.

  De fiarme en un chismoseo
Que, si hoy lo es en mi servicio,
Mañana su mismo vicio
Le hará también que me venda,
    Dios me libre y me defienda.

  De escuchar a un majadero
Mientras lo dan de cenar
Deletreando asesinar
De Cervantes la leyenda,
    Dios me libre y me defienda.

  De esos que apuestan por todo,
Y escupen por el colmillo,
Y hablan de onzas a porrillo
Con insolente fachenda,
    Dios me libre y me defienda.

  De creer yo que en la Corte,
Aunque allí todo es error,
De la pobreza el olor
A cien varas no trascienda,
    Dios me libre y me defienda.

  De dudar yo que en la guerra
Ganan muchos un balazo
Que les tronche pierna o brazo,
Y pocos una encomienda,
    Dios me libre y me defienda.

  Eso de ir por el atajo
Suele ser un desatino.
De dejar el real camino
Por la enmarañada senda,
    Dios me libre y me defienda.

  Aunque sean más hermosas
Que la diosa de Citeres,
De acompañar a mujeres
Cuando van a alguna tienda,
    Dios me libre y me defienda.

  De creer que un palaciego
Más que a la viuda llorosa,
Si es ojinegra y hermosa,
Al pobre inválido atienda,
    Dios me libre y me defienda.

  De imaginar que Tiburcio
Con leer sólo el Rengifo,
Como a hacer un logogrifo
A hacer poemas aprenda,
    Dios me libre y me defienda.

  De quererme enemistar
Jamás con un escribano,
O con alguacil villano
Que por venganza me prenda,
    Dios me libre y me defienda.

  De un criticón, cuya envidia
Contra mis versos le arme,
Y se empeñe en censurarme,
Tal vez porque no me entienda,
    Dios me libre y me defienda.

  Aunque mi padre le abone
Y un santo me lo aconseje,
De que otro me la maneje,
Si Dios me la da, mi hacienda,
    Dios me libre y me defienda.

  De creer que un jugador
Deje las cartas traidoras,
Aunque me haga a todas horas
Propósito de la enmienda,
    Dios me libre y me defienda.

  De dudar yo que es muy raro
Y merece eterna palma
El que tiene bella el alma
Teniendo la cara horrenda,
    Dios me libre y me defienda.

  De aprisionar el dinero
Por temor de infausta suerte
A riesgo de que la muerte
Sin gastarlo me sorprenda,
    Dios me libre y me defienda.

  De médico y boticario,
De hombre cominero y ruin,
De mujer que hable en latín,
Y de caballo sin rienda,
    Dios me libre y me defienda.

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros


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