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                XX
    SOMBRA DE ABRIL

Mi cuerpo vivo y casi lo conozco;
apenas percibir puedo su forma
y solo cuando cruza por mis sueños
siento, por su dolor, que en él habito.

No sé cómo se llama, ni he sabido
cuál es su nombre nunca, ni lo quiero:
su nombre ha de formarse en su memoria;
la memoria de mi, que nunca es mía.

Pero nacido estoy, casi ya viejo
después de tantos duros vendavales
y en él se afila entera mi ternura,
hoy por la guerra, al borde de la muerte,
igual que antes miedosa mi esperanza
se afilaba, al nacer, junto a mi vida.

¡Oh forma persistente que así enredas
mi pensamiento al giro de las horas!,
¿adonde has de llevar mi eterna lucha
que siempre has de encontrarme desolado?

Aún la sombra de abril a mí se acerca,
como otras veces, cuando niño, he visto
acercarse su ardor junto a mis nervios
a despertar su angustia por mi sangre.

Aún su amenaza inquieta mis sentidos,
como ayer inquietó mi triste infancia
entre fantasmas, sueños y amarguras
de mi primera edad desamparada...

Igualmente me muestra sus auroras
e idéntica ilusión por mí desgrana.
Abril, en guerra o paz, siempre me encuentras
desconocido en medio del combate,
junto a las hojas de mi muerte, trémulo,
aguardando su eterna flor desnudo:
si como un árbol, bajo mi arboleda;
si débil yerba, entre mi compañía,
pero igual en la vida de mi suerte.

Siempre, al llegar, ves que mi cuerpo
sigue la romántica forma de su ausencia,
que un desmedido afán le llama olvido.
Yo, siempre en mi dolor, sin conocerme.

¡Oh, primavera inquieta, que me ocultas,
lleno por tu ambición, mi propio cuerpo!
Abril, abril: ¡qué eterna adolescencia
mi renacer constante por tus ramas!

autógrafo

Emilio Prados


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inglés Translation by Donald Wellman