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        CAMPO DE BATALLA

A Alcides Losada

El guerrero durmió después de la victoria.
Aquélla había sido la batalla perfecta.

El guerrero firmó su combate en el valle
y durmió para siempre.

Las falanges dejaron el campo
y los sables sangraron una luz de Museo.

Aquélla había sido
la batalla del sexto día,
después de la cual duerme el creador de batallas.

En el campo vacío
dejó el hombre dormido una columna de humo,
de un humo blanco, oriundo del Ensueño.

El campo abandonado de su batalla predilecta
fue por un siglo el proscenio de un carnaval de espadas,
puerto de atraque de la carnicería
y a la columna de humo del guerrero
ataron sus matalones ases de abigeato.

Una teoría de batallas deformes
aventó a la columna las cenizas de los grandes guerreros.

El campesino estuvo sembrando todo el día,
en el valle rebosante de sembradores,
rotulado de paralelas verdes.

El campesino firmó su siembra
y está a la mesa en el calor del sábado.

De su casa se eleva una columna de humo,
de un humo blanco, oriundo del Ensueño.

El humo de cocina y el humo de batalla
se encuentran en un beso de dos viejos con barbas.

Un campesino silba; una paloma
almuerza allá en los humos, sorbos de carne asada.



Andrés Eloy Blanco


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