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    SERENATA

Verdad que la mujer tiene siempre deseos
¡Oh rito infranqueable la mujer tiene brazos!
Con frecuencia la miro deseando comprenderla
cuando zumba el ataúd diurno del amor.
La corriente de sed se aplaca en sus dos pechos
La mujer con su costra de silencio se embarca
en una triste y lenta marejada de olvido
La noche es otra tumba que en su ser se coloca
Con frecuencia la miro con frecuencia la toco
y sus ropas de llanto me despiertan la muerte
Y sus ropas de tela y sus telas de almíbar
me despiertan la vida me despiertan y duermen
¡Oh cortina furiosa constante y enemiga!
No puedes ya volar sin un temblor debajo
Quiero apretar tus dedos melosos y algo turbios
Quiero besar sus besos y quiero estar tus noches.
Nos separa una vida de color del desierto
Nos espera una historia de sollozos y gozos
Ya me ves ya me oyes nos estamos amando
Nunca están separados los lejanos lejanos.
Los lejanos se encuentran y tus grandes suspiros
lloverán como ampos azules sobre el polvo
Odio los besos dados odio el ancla en los cuerpos
Porque espero la boca repitiendo tus labios.
Pero te veo plena de lujos misteriosos
Te cubre a ti una negra y transparente nube
No miras a esta clase de seres más que lejos
Mientras sola debates tu pálida locura.
Verdad que la mujer tiene siempre deseos
Mentira que me quieres oh reina de la dicha
Oh reina de la dicha oh misérrima madre
Oh misérrima dicha oh desolado imperio.

Madrid, abril 1949

autógrafo

Carlos Edmundo de Ory


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